Escribieron nuestros nombres
en los ladrillos del muro. Y antes de escribirlos ya estábamos muertos.
Nuestro gran delito fue creer
en algo. Acampar en la plaza. Indignarnos. Nos vinieron a buscar por la noche.
Uno a uno. Nos cazaron. Nos encerraron. Y a la noche siguiente… Un tiro contra
aquella pared y se acabó.
Pudieron matar nuestros
cuerpos pero no mataron nuestros ideales.Detrás de cada uno quedo siempre lo
que gritamos, lo que nos atrevimos a soñar, el mundo que demostramos que podía
ser…
Pero yo llegué tarde, quedó
mi hueco vacío.Mi nombre al final no está en ningún ladrillo, de momento.
@Ana Blanco
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