14 sept 2016

Lo que importa (Mónica Prádanos)


(Daniel y Andrea están jugando en el parque a tirarse por los toboganes) 

ANDREA (gritando): ¡Daniel, tengo sed, voy a la fuente!

DANIEL (se tira por uno de los toboganes): ¡Espera, voy contigo!

(Los niños caminan hacia la fuente que hay cerca de la zona de juegos del parque)

DANIEL (señala una bicicleta): Mira, esa es la bici que quería para mi cumple. Pero mis padres no me la han regalado…

ANDREA: ¿Por qué? ¿Te portaste mal?

DANIEL: No. Además he sacado muy buenas notas. Es porque papá no tiene ya trabajo. ¿Y sabes? Mamá ha dicho que este verano iremos de vacaciones al pueblo.

ANDREA: Si a ti te gusta ir al pueblo.

DANIEL: Ya… ¡Pero me gusta más ir a la playa! Es un asco. Ni bici, ni videojuegos, ni vacaciones…

(Llegan a la fuente. Andrea bebe un poco de agua. Se limpia la boca con el dorso de la mano. Luego, bebe Daniel)

ANDREA (pensativa): A mí en mi cumple me regalaron un chándal nuevo para el cole. Mamá dijo que había que ahorrar.

DANIEL (se limpia la boca también): ¿Ves? Un asco. Ojalá nuestros padres volvieran a trabajar como antes.

ANDREA: Pues yo no quiero que mamá vuelva a su anterior trabajo.

DANIEL (sorprendido): ¿No? ¿Por qué?

ANDREA: Pues porque antes pasaba mucho tiempo allí. Y ahora no. Ahora está más conmigo. Vale, hace mucho que me compró el último cuento que quería, pero ahora lo que hacemos es ir juntas a la biblioteca. Buscamos libros juntas. Un día, fíjate, me llevó con ella a la biblio de mayores. ¡No veas qué pasada! Las estanterías son más altas que mamá, y están lleeeenas de libros. ¿Y sabes qué más? Este verano no voy a ir al campamento, nos quedaremos aquí e iremos al parque del río y nos bañaremos ¡todos los días!

DANIEL: Sí, bueno… Mi papá también está ahora más en casa, pero es un rollo. Yo creo que está triste.

ANDREA: Igual es porque te ve triste por no tener la bici y porque os vais al pueblo y no a la playa.

DANIEL (con la cabeza gacha): Es verdad… (Levanta la cabeza y pone un gesto de determinación) Voy corriendo a decirle que todo eso me da igual. Que solo quiero que esté contento y que juegue conmigo. (Sale corriendo). ¡Gracias, Andrea!

ANDREA: ¡De nada, Daniel!

13 sept 2016

Abuelo


Me paso el día intentando que hablen mis ojos. Mi voz se perdió hace ya tiempo. Quiero pedir que me dejen. Que quiero morir ya. Morir con dignidad. En paz con mi cuerpo y conmigo mismo. Que dejen de invadirme con tubos, inyecciones, pruebas, subir y bajar tumbado en la cama por los pasillos de este horrible hospital.

 

Ayer creí que ella me había entendido, mi nieta, la más pequeña. “Mirad, el abuelo está dormido”. Y cerré los ojos con fuerza, a ver si esta vez alguien me oía y les pedía que nos fuéramos al pueblo. A morir en mi cama, en mi habitación, con los olores de mi casa, con los sonidos entrando por la ventana…

 

Pero aquí continúo, no se ya los días que hace y nada, solo batas y más batas blancas, chismes y más chismes, sonda para la orina, pañales para cambiarme…

 

Yo sólo quiero irme ya, he hecho todo lo que tenía que hacer, mi tiempo pasó. Espero que lo entiendan mañana. Siento que llega la noche, se apagan las luces, sólo se escuchan gritos dispersos de algún enfermos, personas que pierden el sentido de la realidad por estar ingresados aquí. Las enfermeras pasan a darnos las últimas medicinas. Hoy me sigo muriendo en este hospital.

 

Pues nada, el día ha llegado, y con él uno de mis mayores miedos. Los médicos quieren meterme la sonda nasogástrica, ¿qué es eso? Un tubo que metido por mi nariz atraviesa mi garganta y va a mi estómago. A través de ese tubo y con una jeringa meterán un líquido asqueroso y maloliente para alimentarme, dado que yo ya no puedo masticar ni alimentarme por mí mismo.

 

Pero … ¡es que es tan difícil ver que esto es un horror!, no puede ser, sólo contarlo se me saltan las lágrimas, yo no quiero vivir así, yo quiero morir de otro modo. Les oigo, a mi familia y a los trabajadores de este hospital, todos opinan lo mismo, todos opinan que si tuvieran que elegir no se dejarían hacer nada de esto, que ellos para vivir así no quieren vivir, que soy un vegetal…

 

Y si opináis todos eso… ¿por qué dejáis que a mí sí que me pase? ¿por qué dejáis que me conviertan en un ensayo? ¿Es acaso una forma de vengaros? …

 

Si pudiera hablar… si al menos pudiera decirle una única cosa a mi nieta, nada más una, mira, ya no la pediría nada, porque para qué si ya no hay forma de que esto se termine, si van a hacer lo que les venga en gana, nadie va a tener piedad. Pero a ella, a ella la diría, huye, vete lejos, cuando presientas que queda poco para tu muerte, cuando aún te puedas valer por ti misma, pero tengas ya una edad en la que la muerte es ya algo posible en cualquier momento… ¡¡¡ escapa ¡!! Ve a un pueblo perdido de la montaña, rodéate de perros, de animales, de árboles y de un manantial o un río. Nada más. Simplemente que el día que enfermes, que lo harás, no sepan como llevarte a un hospital, no lo puedan hacer porque no haya forma humana. Así,  así tal vez mueras en paz, sin tener ni idea de por qué ha sido, morirás de mayor, de viejo, de que la vida tiene un principio y un final.