26 nov 2016

Para que me mezan con cuentos

Para que me mezan con cuentos, como a León Felipe, para eso me he comprado la mecedora, sí señor, y para ponerme a escuchar flamenco y que me vaya ganando y creciendo por las venas, cuando ya no pueda más arrancarme a bailar, a taconear, a quemar el deseo.

Para que mi vida sea sueño como la de Calderón de la Barca, también para eso me he comprado la mecedora, que mecerme allí, al abrigo del frío y de las penas, me hará dormir y soñar los sueños más lindos.

Y el vestido negro, y el mantón de manila, y hasta una rosa roja con espinas en el pelo, todo eso me he comprado, para cantar con Mayte Martín cómo me cala el amor hasta los huesos y con Federico García Lorca recitar el Romancero Gitano.

Absolutamente desnuda debajo, para llegarme a orillas de la mar que tanto anhelaba Alberti, con aquel miedo suyo de que su voz muriera en tierra.

O no, o dedicarme al absurdo grito que me dé la gana de echar fuera, porque es malo quedarse los quejíos dentro, la ahogan poco a poco a una, y la van poniendo la cara avinagrada y te salen en la mirada los malos vientos.

Porque necesito, una vez más, crearme un mundo a mi medida, como gusta de hacer Julián Alonso en sus poemas, y tejerme una nueva bufanda con los colores del arcoiris que tanto enamora a mi sobrina, y soñar los sueños míos y los ajenos.

Poquito a poco, meciéndome lentamente, soltar el llanto que llevo desde hace tantos, tantos años, hasta que me ahogue en él para renacer de nuevo y poder seguir mirando al horizonte esperando que una vez más el milagro de estar viva venza sobre todos mis miedos.


Para eso me he comprado la mecedora, para eso escribo estas líneas sentada en su regazo, tal vez incluso para eso, al final, si que sea éste el cuento que os lea en esta tremenda noche de invierno.

21 nov 2016

Luna nueva



Un día al mes la luna no aparece, no la podemos ver, pero … y ese día ¿qué hace? El día que la luna no sale en realidad no para. Se pasa todita la noche visitando en sueños a todos aquellos a los que ella más quiere. Se desliza despacito por las rendijas de las ventanas y deposita un beso cálido y hermoso en la cara de todos los niños del planeta. Tiene que ir muy muy rápido, ¡¡ hay muchísimos niños ¡! pero no se olvida de ninguno. Por eso al despertarse en la cara de muchos de ellos luce ese día una sonrisa tan grande. ¿Quién no sonreiría si la luna le besa en sueños?


Hay otras noches que se convierte en media luna, en balancín, en noches como esas ella acoge, escucha y consuela con su mágico poder a todas las mujeres que están sufriendo. La luna llora por cada mujer que está siendo maltratada,  y por desgracia, ellas también son muchas, muchísimas, demasiadas. La luna nuevamente deposita un beso, esta vez dulce y tierno, para intentar curarlas, abrazarlas, y aunque no logra cambiar su mala vida, por la mañana cada una de esas mujeres que están siendo infelices, encuentran al lado de su corazón chamuscado una lágrima que no las pertenece. La luna en sus sueños ha llorado con ellas, las ha querido, y reivindica que se acabe ya, de una vez, con el dolor que las hiere.