25 ene 2021

#MiMejorMaestro

 Esta historia debería estar escrita en la lengua de Shakespeare. Corrían avanzados los 70 en una escuela pequeña. En clase de inglés teníamos un libro en aburrido blanco y negro, con una tediosa lista de verbos irregulares “begin began begun”

El profesor  era bajito, con cara anodina y un serio bigote oscuro que le daba aire de oficinista, no tenía la melena salvaje del de plástica, con el que nos manchábamos las manos de barro moldeando iglesias románicas para aprender los elementos del estilo.

 Yo era mala estudiante, la asignatura no me motivaba, pero al profesor se le encendió la chispa  de luz frente a la oscuridad del libro. Me propuso que hiciese un cuento en inglés. Mi compañera inseparable y yo nos inventamos la historia de un oso, a “bear“, que corría aventuras ilustrado con dibujos puntillistas, y figuras que se desplazaban y desplegaban. Aprobé la asignatura y el cuento se celebró,  fue la semilla de mi futuro. 

No era el profesor mas luminoso pero supo encontrar la motivación que me amarrara a la asignatura. Hoy mis historias siguen fluyendo y el inglés me acompaña en mis viajes.

12 oct 2020

Palabras

 Hay días en que las palabras suben a la cima de tu boca, se expanden por tus dedos, hacen eco en tu cabeza incontenibles y verborréicas, lucen y enredan tu lengua, revolotean nerviosas, ungidas por la urgencia de salir más allá de las conexiones de tus neuronas. Eufóricas vuelan y sientes la necesidad de plasmarlas y compartirlas, pero quizás ese discurso esté vacío y sea la simple urgencia de lo incontenible, quizás sea alegría de vivir. Solo eso, y quizás no sea poco.

20 dic 2017

Otro cigarro

Álvaro Enciende otro cigarro, ese que sabe a costumbre, y así poco a poco se consume, mientras pinta un mundo gris como los restos que deja en el cenicero, igual que sus colillas,  pinta oscuro porque no sabe atrapar el presente, piensa que el pasado fue mejor, su infancia en el campo, las mieses , el pan, la fruta recién cogida, sus juegos. Pero ahora ya no encuentra motivo para reír,  lo único que le distrae son sus pinceles cenicientos,  solo ve  una cueva en penumbra .

Sin embargo tiene éxito. Sus cuadros se venden y están en todas las galerías recordándoles a los que los admiran la brevedad de lo bueno, y aparece en cada una de las televisiones y en los titulares de los periódicos.
 Las noticias absurdas y catastróficas le confirman su idea de que nada bonito va a suceder, ¡no hay esperanza! Gracias a ello gana mucho dinero con sus imágenes oscuras y retorcidas.

Por su cama pasan galeristas, fans en su almohada, periodistas entre sus sábanas, , morenas entre sus manos, rubias de pelo largo en su colchón, pero ninguna permanece una noche entera, ninguna desayuna con él, con la excusa de que necesita tiempo para su arte. Las consume como a sus cigarros una detrás de otra, ninguna es perfecta, ninguna le satisface del todo. Hasta que un día deja embarazada a una de ellas, que se niega , pese a que Álvaro se lo pide, se lo suplica, a abortar.
Y cundo el niño nace , va a verlo,  empieza a sentir un cosquilleo de curiosidad por esas manitas que se agarran al pecho como si no hubiera un mañana y ese brillo en los ojos negros, parecidos a los suyos, mas tarde afecto por sus primeras palabras mal pronunciadas. Y en ese sentimiento surge el color, le enseña sus juegos, a pintar, al balón, al pañuelo, al escondite  y revive su infancia.
Cuando el niño crece y empieza a mezclar tonalidades, pinta en rojo y en verde en azul , blanco … Al principio lo mira escéptico y le dice que cuando evolucione se le acabará el color, pero el niño persiste y poco a poco los pinceles de Álvaro se contagian de los matices de su hijo, primero una pincelada distraída, después un objeto, una esquina hasta que el color apenas deja espacio a la oscuridad. Álvaro encuentra con quien compartir sus emociones, alguien a quien enseñar sus pinceladas y por quien preocuparse. Y llega a otro publico el que busca sonrisas y ve en él el epitome del cambio, de que las cosas pueden ser mejores y hay esperanza, que se puede renacer de la adversidad y lanzarse al color, a la vida.
Hasta que Alvarito crece y entonces enciende otro cigarro mas, ese que sabe a costumbre, y así poco a poco se consume, mientras pinta un mundo gris ceniza como los restos que deja en el cenicero, igual que sus colillas,  pinta oscuro porque no sabe atrapar el presente, piensa que el pasado fue mejor, su infancia …


4 dic 2017

Artistas modernos

Borja llevaba toda la tarde tumbado en el sofá; junto a él, la mesa con lo imprescindible: papel de liar, boquillas, tabaco, cenicero, y su marihuana favorita. Cuando encendió el quinto porro de aquel día, el disco que había puesto justo antes de recostarse sonaba por tercera vez consecutiva, y llenaba la sala de frases que a cada nueva reproducción obtenían un significado diferente en el estimulado cerebro de nuestro hombre. Mientras reflexionaba sobre la metafísica enigmática contenida en expresiones del tipo fuck you, bitch, se dio cuenta de que el humo emanado a borbotones por sus secos labios dibujaba un maravilloso arte volátil, una suerte de formas post – modernistas, post – realistas, post – dadaístas… y se dijo: pos – otracalada.  

22 nov 2017

Mezcla

Él, carnívoro y sarcástico, atacaba con el humo de su tabaco de liar. Ella, vegetariana y mística, respondía con el humo del incienso. Les separaba un mundo, un universo, una concepción vital. Pero cuando después de ver ascender las volutas en una guerra sin cuartel ambos contemplaban cómo los humos ascendían voluptuosos y luego se retorcían y mezclaban en el techo, entonces, empezaba la verdadera batalla : cuerpo a cuerpo, beso a beso , caricia  a caricia.

30 oct 2017

Cenicientas actuales


Por suerte las Cenicientas actuales tienen de modelo a Lois Lane, la novia de Superman, que es una brillante periodista y no a Blancanieves que solo espera que la despierten roncando, así  que mientras friegan escaleras antes de casarse, van a clases nocturnas , por si acaso una vez encuentran al príncipe,  este se convierte en pinocho u ogro. De  modo que sí  si alguna vez se divorcian y el cuento de hadas se desmorona, no tendrán que seguir arrastradas con el mocho.

25 sept 2017

Mi tierra

Viví en un pueblo en el que el tendero pegaba las cáscaras de los pistachos que se encontraba por el suelo, y después volvía a venderlos al peso, con sonrisa juguetona, y echándote algún gramito de más como haciéndote un favor.

El dueño del bar, tras un retiro espiritual con su amante, volvió convertido en experto homeópata, y nos aplicaba su filosofía médica con excepcional maestría: una parte de licor por cada cien de agua.

El carbonero, en vez de café, desayunaba algún diurético, y después de aguantar estoicamente toda la mañana, al final de la jornada se meaba en el carbón para que pesara más al día siguiente.

Los comerciales crecían como evangelistas, y llenos de fe predicaban las infinitas bondades del Dios que les otorgara una mejor comisión.

Y la carnicera, pobre filántropa desafortunada, sacaba todos los días a pasear algún perro de la protectora, con tan mala suerte que siempre se le perdían antes de regresar.


Pero eso sí, entre tanta picaresca, si algo nos unía cuando no había fútbol, era la certeza de que el único ladrón era el alcalde.