31 ago 2017

Bruselas


Había arreglado la casa, barrido y fregado, había hecho la cama con mis mejores sábanas y puesto una botella de cava en la nevera. Dispuse velas en la mesa, después me puse la liga y me pinté los labios . Estaba todo preparado para mi primera vez con él. Le conocía desde hacía un mes y pensé que era el hombre de mi vida.
Me fui al café donde había quedado con Juan, que me esperaba en la terraza con su gorra y su pose de cervatillo herido. Tras acariciarnos con susurros, besarnos  y desear llegar a casa cuanto antes, me di cuenta de que había perdido la llave,  y la casa se quedó intacta con la cena en la nevera esperando a ser calentada y la cama a ser revuelta.

 Fue entonces cuando le dije  que me invitara a su apartamento  y me puso mil excusas, que si su perro era agresivo con extraños, que si la casa parecía una pocilga y quería a algo mejor, que nos merecíamos un hotel de cinco estrellas para estrenarnos… hasta que sonó el móvil y pese a que se apartó , escuché que una mujer que le llamaba cariño le preguntaba que tal el viaje. Me quedé atónita,. Le dejé en la calle y llamé a un cerrajero y disfrute yo sola del edén de mi casa, abrí la botella de cava y brindé por mi soledad, dejándole sin saber dónde dormir, puesto que supuestamente estaba en Bruselas con su empresa.