Ejercicio “Aquel día estaba Cansada” en 1ª persona
Hoy el despertador ha sido incapaz de echarme de la cama, ni
siquiera ha logrado mover una sola de mis pestañas, ha sido el niño quien ha
entrado como un torbellino en mi habitación para espetarme, con la brusquedad
de un lunes de invierno, que llegábamos tarde.
A veces pienso que mi madre debía estar leyendo a Kafka cuando
me parió, porque me dotó de 6 patas. Si,
posiblemente invisibles, pero 6. Con tres de ellas preparé los desayunos, el
almuerzo y la ropa. Con las otras tres hice las camas, respondí unos WhatsApp
pendientes del trabajo, me maquillé sólo un ojo, (del otro me di cuenta en el
espejo del ascensor), fumé un pitillo de camino al coche y salimos raudos a la
caza de atasco más grande del año.
El teléfono comenzó a
sonar. Mi jefe, que no llegaba a la reunión. El niño recitando los nombres de
los huesos del cuerpo humano, y entre la
tibia y el peroné recordándome que llegaba tarde y tenía examen, y luego él,
que debía estar tan ocupado que tuvo que ser su secretaria quien me dijera que
no le esperara a comer y posiblemente tampoco a cenar.
El día transcurrió como otro lunes más, con el reloj
azotándome los talones, la lista de
cosas por hacer asfixiándome el cuello, las bolsas de la compra adheridas como
una lapa a mi piel y la sensación angustiosa de saber que mañana y pasado serán
igual o quién sabe si peor.
Me acosté rendida, con ganas de soñar en mi metamorfosis, de
convertirme en insecto y no tener más preocupación que libar bellas flores,
pero cuando iba a alzar el vuelo, llegó
él y venía bien acompañado. Al menos 2 ó 3 copas de más traía consigo. Comenzó a contarme su durísimo día de trabajo
tomando copas con inversores, clientes y demás. Me di la vuelta en la cama y
debió de ser muy críptico mi mensaje corporal porque no lo entendió. Se tumbó a
mi lado con intención de mostrarme más de cerca el olor a alcohol que deja un
día de intenso trabajo.
-
Estoy cansada, le dije.
-
Siempre buscas excusas, murmuró mientras yo ya
me encontraba en un campo de flores.
Raquel Lozano
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