23 abr 2016

EL PATITO FEO



                             ¿Patito feo?



Todos estaban allí, en aquella solana que daba a la trasera de la vivienda.
Aquella espera era una fiesta, se cambiaban de casa.
¡SÍ!, todos contentos e ilusionados miraban hacia la calle, era por donde verían llegar a su tío con el tractor que les ayudaría en la mudanza.
Dejaban una cocina sin agua corriente, un váter compartido con la dueña,
un corral dónde crecía una parra y un sol que muchas veces les quemó la cara.
Con ellos, muchos recuerdos plasmados en las retinas, la calle estrecha, las vecinas de siempre, algún gallo mañanero, la bodeguilla y la tienda de la señora Carmen.
En fin… les asaltaba la alegría de tener algo suyo y más cómodo.
Poco a poco fueron llenando el remolque con los muebles más bonitos que tenían y dejando unos sueños por otros.
La fiesta comenzaba y las ilusiones crecían.
El tiempo iba pasando y ya instalados, fueron conociendo el lugar y a la gente de por allí.
Por aquel entonces ella tenía nueve años y nunca le enseñaron que los desprecios dolieran tanto, quizás no sabía que era eso. También por aquel entonces se jugaba en la calle y también por aquel entonces las estrellas no brillaban igual para todos.
Una tarde después del pan con chocolate, se le acercó la niña y la miró el vestido, luego las gafas para pasar a los zapatos y marchó.
Desde entonces siempre supo que hay momentos en que los patitos feos existen y a veces cuesta ser un cisne.
Pero hay muchos más cuentos y yo sé que ella se mete en ellos y ha conocido lagos hermosos y distancias pequeñas.




                                              Blanca Vicario.

1 comentario:

  1. Las personas que solo se fijan en la apariencia externa, desconocen los cisnes bellos que se esconden en el corazón, me gusta tu relato

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