7 abr 2016

Diario 16


Lunes, 13 de junio de 2016

Querido diario: estoy hasta las narices de Carla. Es una pija, una creída. Todo el día presumiendo. No para de enseñarle a todo el mundo su móvil nuevo. Todavía no ha acabado el curso, pero sus padres ya se lo han comprado para animarla a que estudie y recupere las que tiene suspendidas. Lo mismo con sus vestiditos último modelo. Tiene a todos los chicos babeando; si hasta se le van los ojos a Mario, que parece que se queda idiotizado cuando la ve. Y hay algún profesor que la saca al tablero demasiadas veces, y no será por lo que sabe de matemáticas, precisamente...

La semana pasada nos dio la lata con su nuevo “look”, y el teñido multicolor, que llama la atención desde varios kilómetros de distancia. Si parece que se ha enrollado en la cabeza la bandera gay. Y sus amiguitas Isabel y Teresa riéndole todas las gracias y dándole coba. “Carla, ¡qué chulos esos jeans!”, “Carla, ¡qué piercing más molón!”, “Mira, Carla, esas pringadas que no se coscan de nada”... y así todo el rato. Cuando se meten con alguien... es que me pongo enferma.

El viernes pasado, a la hora del recreo, comenzaron a reírse de mi amiga María, que tenía para almorzar un bocadillo de jamón de pavo. Ellas, ¡no! Ellas cada día van al bar a comprar su cocacola y su donut. Yo les paré los pies y les dije que cada una almuerza lo que quiere y que la dejaran en paz. Acabaron riéndose de mi ropa y llamándome “pringada” y “andrajosa”. ¡Tuve ganas de tirarles de los pelos!



Martes, 14 de junio de 2016

Querido diario: hoy estoy cabreada y contenta. Cabreada con la tonta ésta de Carla. Y con el profesor de música, que le ha dado el papel protagonista en el baile del festival de fin de curso. Y contenta porque me encanta bailar, y la música que ha elegido es genial.

En la organización del baile el profe, que es jovencito y está sustituyendo a Luis, se ha dejado convencer por el grupito de Carla para que las pusieran a ellas en primera fila, y a Carla como bailarina principal. A nosotras nos han dejado unas coreografías de relleno en los laterales. Los chicos se quedan tontos mirándolas. Mario también participa en el baile. Y hace un pequeño dueto con Carla...

En los ensayos de hoy el profe me ha dicho que bailo muy bien. Me encantaría ser la bailarina principal. Estoy segura de que lo podría hacer mejor que ella.





Sábado, 18 de junio de 2016

Querido diario: ¡hoy ha sido mi gran día! ¡He sido la bailarina principal! ¡Y ha sido genial!

Pues resulta que ayer por la tarde, salimos al parque con toda la gente. Ya no hay más días de clase. El curso ya casi se ha acabado. Sólo queda la excursión del lunes, y el martes nos dan las vacaciones. Así que estábamos todos como locos.

Mogollón de gente de todos los colegios con sus bolsas de botellas. ¡Hala! Todos al parque. Parecía una romería. Total que por cinco euros te podías tomar lo que quisieras. ¿Y qué pasó? Pues que la “niña bonita”, Carla, tenía que ser la más guay y tomar la que más. Así que acabó con un pedo descomunal, llorando como una niña y diciendo tonterías a tutiplén.

Y ya, la tremenda fue cuando se cayó redonda al suelo. Al principio pensábamos que se había tropezado. Pero al ver que estaba inconsciente, ¡menudo cague! Todo el mundo se marchó pitando. Nosotras intentamos que se despertara. Pero acabamos llamando a urgencias y cuando llegaron nos fuimos corriendo. ¡Cualquiera se queda en esta movida! Les he dicho a mis padres que yo no estaba en ese parque...

Total que a Carla la llevaron al hospital con coma etílico (eso decían hoy los profesores). Y todavía está ingresada. Y el profe de música me ha pedido a última hora si yo podía sustituirla, y me he puesto super-mega-extra-hiper-contenta. Solo hemos tenido media hora para ensayar antes del festival.

El festival en general ha estado bien. Pero nuestro baile ha sido lo mejor. Nos ha salido genial. Mogollón de aplausos. Hemos tenido que salir a saludar porque no paraban de aplaudir y silbar. Nunca me pasó nada igual.

Y cuando ha acabado nuestra actuación, ¡alucina, Diario!, ¿quién me ha pedido que vaya con él en el autobús en la excursión del lunes? ¡¡¡Mario!!! Casi me desmayo. Creo que me he puesto roja como un tomate. Luego, cuando ya se marchaba con sus amigos, se ha acercado a mi y me ha dicho: “hasta el lunes, Beatriz”. Y me ha sonreído...

Hoy soy plenamente feliz. Parece que merece la pena tener 16 años.

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