Me
paso el día intentando que hablen mis ojos. Mi voz se perdió hace ya tiempo.
Quiero pedir que me dejen. Que quiero morir ya. Morir con dignidad. En paz con
mi cuerpo y conmigo mismo. Que dejen de invadirme con tubos, inyecciones,
pruebas, subir y bajar tumbado en la cama por los pasillos de este horrible
hospital.
Ayer
creí que ella me había entendido, mi nieta, la más pequeña. “Mirad, el abuelo
está dormido”. Y cerré los ojos con fuerza, a ver si esta vez alguien me oía y
les pedía que nos fuéramos al pueblo. A morir en mi cama, en mi habitación, con
los olores de mi casa, con los sonidos entrando por la ventana…
Pero
aquí continúo, no se ya los días que hace y nada, solo batas y más batas
blancas, chismes y más chismes, sonda para la orina, pañales para cambiarme…
Yo
sólo quiero irme ya, he hecho todo lo que tenía que hacer, mi tiempo pasó.
Espero que lo entiendan mañana. Siento que llega la noche, se apagan las luces,
sólo se escuchan gritos dispersos de algún enfermos, personas que pierden el
sentido de la realidad por estar ingresados aquí. Las enfermeras pasan a darnos
las últimas medicinas. Hoy me sigo muriendo en este hospital.
Pues
nada, el día ha llegado, y con él uno de mis mayores miedos. Los médicos
quieren meterme la sonda nasogástrica, ¿qué es eso? Un tubo que metido por mi
nariz atraviesa mi garganta y va a mi estómago. A través de ese tubo y con una
jeringa meterán un líquido asqueroso y maloliente para alimentarme, dado que yo
ya no puedo masticar ni alimentarme por mí mismo.
Pero
… ¡es que es tan difícil ver que esto es un horror!, no puede ser, sólo
contarlo se me saltan las lágrimas, yo no quiero vivir así, yo quiero morir de
otro modo. Les oigo, a mi familia y a los trabajadores de este hospital, todos
opinan lo mismo, todos opinan que si tuvieran que elegir no se dejarían hacer
nada de esto, que ellos para vivir así no quieren vivir, que soy un vegetal…
Y
si opináis todos eso… ¿por qué dejáis que a mí sí que me pase? ¿por qué dejáis
que me conviertan en un ensayo? ¿Es acaso una forma de vengaros? …
Si
pudiera hablar… si al menos pudiera decirle una única cosa a mi nieta, nada más
una, mira, ya no la pediría nada, porque para qué si ya no hay forma de que
esto se termine, si van a hacer lo que les venga en gana, nadie va a tener piedad.
Pero a ella, a ella la diría, huye, vete lejos, cuando presientas que queda
poco para tu muerte, cuando aún te puedas valer por ti misma, pero tengas ya
una edad en la que la muerte es ya algo posible en cualquier momento… ¡¡¡
escapa ¡!! Ve a un pueblo perdido de la montaña, rodéate de perros, de
animales, de árboles y de un manantial o un río. Nada más. Simplemente que el
día que enfermes, que lo harás, no sepan como llevarte a un hospital, no lo
puedan hacer porque no haya forma humana. Así, así tal vez mueras en paz, sin tener ni idea
de por qué ha sido, morirás de mayor, de viejo, de que la vida tiene un
principio y un final.
Jooo, Ana, si ya me enamoró este relato cuando lo leíste en el grupo, ahora leído detenidamente me parece soberbio. Tema duro, tan duro como real. Tener conciencia y no cuerpo... el revoloteo de sus pensamientos son claves y la alusión a la nieta como vida renovada es genial. Bsssss
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen, es un encanto leer tus comentarios, bss ( y si, tema duro y demasiado real)
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